¡Soy una Madre Perfecta!

He acompañado a muchas mamás como psicóloga y amiga, y tal parece que no importa qué tanto hagamos, pareciera que siempre nos vamos a juzgar y que nuestros actos siempre estarán prestos para el juicio de los demás.
Escribe aquí tu increíble etiqueta.
El título original de este post era: “Soy una mala madre”. Sin embargo, después de re-leerlo decidí que esto solo suma al estigma sobre nuestras acciones y el juicio de ser malas madres, no importa que tanto hagamos. Con este post quiero manifestar que somos las mejores madres que nuestros hijos podrían elegir para ellos, aún cuando nos equivoquemos, aún cuando muchas veces no sepamos qué hacer, aún cuando en muchos momentos nos desbordamos, aún cuando hagamos cosas no saludables a los ojos de los demás, etc… Es por eso que hoy decido afirmar que soy una madre perfecta.

Él acompañó a muchas mamás como psicóloga y amiga, y tal parece que no importa qué tanto hagamos, pareciera que siempre nos vamos a juzgar y que nuestros actos siempre estarán prestos para el juicio de los demás. Según con el referente con el que nos comparemos o por el que seamos juzgadas tendemos a ser “malas madres”

Así que hoy he decidido confesarme y compartir lo que me hace una madre perfecta:

  • Cuando llevaba a Matías en la panza comí mecato, no hice ejercicio y solo quería descansar en los ratos libres porque trabajé hasta el último día.
  • Lo amamanté hasta los 6 meses porque lo entré al jardín y la leche “se me secó”.
  • Lo entré al jardín cuando tenía 6 meses porque en casa teníamos que trabajar mi esposo y yo. De hecho, Mati se fue a trabajar conmigo medio tiempo en la corporación desde los 3 meses.
  • Le permito comer mecato y tomar gaseosa (aunque no en exceso. Casi que siento la necesidad de justificarme, pero no lo haré)
  • Mati ve, sabe manejar el control y sabe manejar el celular para encontrar sus videos o juegos.
  • A veces le digo que pase a jugar con la vecinita amiga, no solo para que se divierta sino para trabajar o poderme acostar en el sofá a ver una película sin compartir el control (ni con él, ni con mi esposo).
  • Me aprovecho en ocasiones del profundo amor que siente por su padre para sugerirle que le pida a él que le lea el cuento, lo acueste y al otro día, cuando se despierte muuuy temprano, sea con su padre con quien quiera jugar.
  • Cuando mi mamá viene o yo voy a Cali, le entrego a Matías y me vuelvo a sentir como una adulta joven, sin responsabilidad de una vida que depende de mí (quien me lea jurará que se lo entrego todo un mes, cuando en realidad es un par de horas).
  • Tengo una maravillosa mujer que me ayuda en casa una vez a la semana, el resto de días me las tengo que ingeniar, sobre todo con la cocina, así que Mati ha tenido que aprender a disfrutar de repetir una misma sopa una y otra vez.
  • He llegado tarde por mi hijo al jardín y peor aún, he tenido que ingeniármelas para encontrar quién me lo cuide cuando surge alguna reunión o consulta de última hora.
  • Opté por tener un proyecto laboral independiente para poder estar con mi hijo, pero muchas veces dudo si algún día será suficiente.

soy la madre más perfectamente imperfecta que mi hijo pudo escoger para él.

Podría seguir, por supuesto, pero estoy segura que ya con los primeros 4 ítems di suficiente material para juzgarme, porque esto es lo que pasa, no importa que haga o deje de hacer, estamos en un momento donde hay tanta información, tantas modas, nuevas maneras ideales de crianza, tantas personas opinando y otras tantas leyendo, que nos perdemos en los estándares por cumplir.

Yo decidí centrarme en un indicador que fuera “objetivo” para medir la calidad de madre que soy y ese indicador es mi hijo. He puesto aquí todo lo que me hace una “mala madre”, ahora en mis palabras, una madre perfecta y sin embargo, cuando lo observo, veo un niño física y emocionalmente sano, alegre, tranquilo, inteligente, con sus motricidades fina y gruesa en desarrollo natural, con sentido del humor, veo un niño que comparte, que colabora, que se permite llorar, veo un niño sensible que tendrá que aprender a defenderse pero que cada vez sabe mejor cómo poner un límite. Desde mi indicador veo un niño sano, que se siente amado, contenido y seguro.

Entonces, cuando observo mi indicador, volteo la mirada hacia adentro, me observo y me hago responsable de mis miedos, de mis paradigmas, de mis locos “estándares”, de los deberías que me he creído, amarro un poco el látigo de la culpa y con amorcito comprendo que soy la madre más perfectamente imperfecta que mi hijo pudo elegir para él.

Esto es lo que soy, y sí, sigo tomando café con mis monstruos procurando integrar mis luces y sombras para sentirme en mayor coherencia en la vida, lo que quizá me acerque a ser mejor madre… pero mientras tanto esto es lo que soy y así me acepto. Me acepto como la madre perfectamente imperfecta que soy y que estoy segura seguiré siendo por lo que me resta de vida.
Creado con