Los Mandalas de Arena son una tradición budista tibetana que simboliza la transición natural de las cosas. En general, todos los mandalas tienen significados externos, internos y secretos. En el aspecto exterior representan el mundo en su forma divina, en el interior, un mapa mediante el cual la mente ordinaria puede transformarse en la experiencia de la iluminación y en el aspecto secreto muestran el perfecto balance primordial de las energías sutiles del cuerpo y la dimensión de la clara luz de la mente. Se dice que la creación de un mandala de arena purifica en estos tres niveles.
Los mandalas están hechos con arena de colores. Antiguamente para la preparación de los polvos se utilizaban piedras semi-preciosas, se utilizaba el lapislázuli para el azul, los rubíes para el rojo, esmeraldas para el verde, etc. En la actualidad se preparan con polvo de mármol teñido y en ocasiones con fina arena blanca de playa.
Para realizar los mandalas con la arena se emplea un cono de cobre llamado chang-bu, el cual tiene ranuras en uno de sus lados y con una varita delgada de cobre se frota suavemente para que la arena salga finamente, debido a la vibración. Esto permite crear dibujos pequeños, precisos, delicados, dejando unos detalles increíbles y hermosos.